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El sitio cultural de LA NACION
29.09.2007 | El comprador comprado
Un sociólogo para multitudes
Sábado 29 de setiembre de 2007 | Publicado en la Edición impresa
Por Gustavo Santiago
Zygmunt Bauman es hoy uno de los pocos intelectuales que puede experimentar la satisfacción de que sus textos circulen tanto en los claustros más importantes del mundo como en las mesas de café de las principales ciudades. Sus libros son auténticos best sellers y cada trabajo suyo es esperado con una ansiedad comparable con la que despierta un nuevo tomo de una saga literaria.
Pero para que el reconocimiento llegara, Bauman tuvo que recorrer un accidentado camino, marcado por los avatares de la política del siglo XX.
Nacido en Polonia, en 1925, en el seno de una familia judía de escasos recursos, a los catorce años se vio forzado a abandonar su país para escapar del nazismo. Llegó a Rusia como refugiado y tiempo después se incorporó al ejército polaco para luchar en el frente ruso. Finalizada la guerra, regresó a Polonia y ejerció como profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de Varsovia durante quince años. En 1968, una campaña antisemita promovida por las autoridades comunistas lo llevó a abandonar Polonia -esta vez de modo definitivo- y a instalarse en Inglaterra, donde fue catedrático de sociología en la Universidad de Leeds desde 1971 hasta su jubilación, en 1990. En un texto escrito con Samuel Tester, La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones (Paidós, 2002), el propio Bauman brinda algunos detalles biográficos que sirven para situar su trayectoria intelectual.
Como tantos otros docentes universitarios, Bauman comenzó escribiendo textos para colegas. Una muestra de ello puede encontrarse en La hermenéutica y las Ciencias Sociales , un libro publicado en inglés en 1978 (Nueva Visión, 2002). Se trata de un texto imprescindible para quienes se dedican a las ciencias sociales, pero que tanto por los temas como por los conceptos abordados, difícilmente podría trascender las fronteras de un aula universitaria. Y esto, que a muchos académicos les resulta algo así como el precio por pagar para acrecentar la investigación "seria" en su disciplina, a Bauman comenzó a parecerle un defecto que debía ser subsanado.
Así fue como hacia los inicios de la década del 90, en el marco de la discusión "modernidad versus posmodernidad", y mientras se producía su retiro de la cátedra universitaria, la producción de Bauman fue experimentando un desplazamiento que lo llevó a dirigirse a un público más amplio. Su principal preocupación pasó a ser la de explicar al ciudadano común el funcionamiento de algunos mecanismos sociales, de ciertos juegos de poder, que le permitieran encontrar un sentido para su vida en medio de los vertiginosos cambios de nuestro tiempo.
Esto no significó en modo alguno que abandonara la teoría para incurrir en recetas de vida. Por el contrario, uno de sus méritos es el de haber logrado forjar un aparato teórico consistente pero, al mismo tiempo, comprensible para alguien no especialista.
El núcleo de ese aparato conceptual surge a partir de una comparación entre el mundo actual y el de la primera modernidad. Quienes impulsaron la modernidad experimentaron aquello de que "todo lo sólido se desvanece en el aire". Las tradiciones, los valores, la idea de autoridad fueron pulverizados por un proceso que parecía incontenible. Sin embargo, según Bauman, quienes promovieron esa primera modernidad lo hicieron con la pretensión de crear nuevas instituciones, normas y valores que resultaran más sólidos aún que los anteriores. En nuestros días, por el contrario, toda aspiración a la solidez ha sido abandonada. Nuestra modernidad, sostiene el sociólogo, es la de lo flexible, lo fluctuante, lo líquido. En textos como Modernidad líquida (FCE, 2003), ...tica posmoderna (Siglo XXI, 2004) o En busca de la política (FCE, 2001) pueden encontrarse extensos desarrollos de estos asuntos.
"El poder de licuefacción -afirma Bauman en Modernidad líquida - se ha desplazado del `sistema´ a la `sociedad´, de la `política´ a las `políticas de vida´; ha descendido del `macronivel´ al `micronivel´ de la cohabitación social." De ahí que no solo las instituciones tradicionales se hayan visto debilitadas por el poder de disolución moderno, sino que, hoy, las relaciones familiares, laborales, pedagógicas e, incluso, amorosas hayan sido forzadas a "flexibilizarse".
Por ello, una vez construido el paradigma teórico de "lo líquido", Bauman puede dedicarse a enfocar desde él diversos sectores de la vida cotidiana actual. Como ejemplo de esta labor se pueden mencionar Amor líquido (FCE, 2005); Vida líquida (Paidós, 2006); Miedo líquido (Paidós, 2007); Vidas desperdiciadas (Paidós, 2005). En esos textos los ejemplos tomados de la vida cotidiana o de las notas periodísticas pasan a ocupar el lugar de las citas de especialistas, la argumentación cede terreno a la persuasión y el estilo es más el de un ensayista que el de un sociólogo. El efecto de esta combinación no se hace esperar. Los textos trascienden rápidamente el ámbito académico y expresiones como "sociedad líquida" pasan a formar parte del lenguaje ordinario. Quien recorra una librería se encontrará hoy con más de veinte títulos traducidos al español en los últimos diez años.
En su último trabajo Vida de consumo (FCE, 2007), Bauman vuelve sobre un tema que atravesó varios de sus textos anteriores: el consumo. Y lo hace apoyándose en tres "tipos ideales", al estilo de Max Weber: el consumismo, la sociedad de consumidores y la cultura consumista. Lo que el autor pretende con ellos, no es describir la realidad social sino construir una tipología que ayude a organizar una experiencia en la que de algún modo todos estamos inmersos. Como en los últimos trabajos, su intención es brindar herramientas para que podamos "dar sentido a nuestra imagen de la sociedad en que vivimos". es aquel sin compromisos ni obligaciones, disponible para aceptar tareas extra, responder a situaciones de emergencia o ser reasignado y reubicado en cualquier momento. Originalmente esa expresión se aplicaba a un rulemán sin rozamiento" Un empleado de lastre cero.
adncultura.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=947301&origen=relacionadas
29.09.2007 | El comprador comprado
Un sociólogo para multitudes
Sábado 29 de setiembre de 2007 | Publicado en la Edición impresa
Por Gustavo Santiago
Zygmunt Bauman es hoy uno de los pocos intelectuales que puede experimentar la satisfacción de que sus textos circulen tanto en los claustros más importantes del mundo como en las mesas de café de las principales ciudades. Sus libros son auténticos best sellers y cada trabajo suyo es esperado con una ansiedad comparable con la que despierta un nuevo tomo de una saga literaria.
Pero para que el reconocimiento llegara, Bauman tuvo que recorrer un accidentado camino, marcado por los avatares de la política del siglo XX.
Nacido en Polonia, en 1925, en el seno de una familia judía de escasos recursos, a los catorce años se vio forzado a abandonar su país para escapar del nazismo. Llegó a Rusia como refugiado y tiempo después se incorporó al ejército polaco para luchar en el frente ruso. Finalizada la guerra, regresó a Polonia y ejerció como profesor en la Facultad de Ciencias Sociales de Varsovia durante quince años. En 1968, una campaña antisemita promovida por las autoridades comunistas lo llevó a abandonar Polonia -esta vez de modo definitivo- y a instalarse en Inglaterra, donde fue catedrático de sociología en la Universidad de Leeds desde 1971 hasta su jubilación, en 1990. En un texto escrito con Samuel Tester, La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones (Paidós, 2002), el propio Bauman brinda algunos detalles biográficos que sirven para situar su trayectoria intelectual.
Como tantos otros docentes universitarios, Bauman comenzó escribiendo textos para colegas. Una muestra de ello puede encontrarse en La hermenéutica y las Ciencias Sociales , un libro publicado en inglés en 1978 (Nueva Visión, 2002). Se trata de un texto imprescindible para quienes se dedican a las ciencias sociales, pero que tanto por los temas como por los conceptos abordados, difícilmente podría trascender las fronteras de un aula universitaria. Y esto, que a muchos académicos les resulta algo así como el precio por pagar para acrecentar la investigación "seria" en su disciplina, a Bauman comenzó a parecerle un defecto que debía ser subsanado.
Así fue como hacia los inicios de la década del 90, en el marco de la discusión "modernidad versus posmodernidad", y mientras se producía su retiro de la cátedra universitaria, la producción de Bauman fue experimentando un desplazamiento que lo llevó a dirigirse a un público más amplio. Su principal preocupación pasó a ser la de explicar al ciudadano común el funcionamiento de algunos mecanismos sociales, de ciertos juegos de poder, que le permitieran encontrar un sentido para su vida en medio de los vertiginosos cambios de nuestro tiempo.
Esto no significó en modo alguno que abandonara la teoría para incurrir en recetas de vida. Por el contrario, uno de sus méritos es el de haber logrado forjar un aparato teórico consistente pero, al mismo tiempo, comprensible para alguien no especialista.
El núcleo de ese aparato conceptual surge a partir de una comparación entre el mundo actual y el de la primera modernidad. Quienes impulsaron la modernidad experimentaron aquello de que "todo lo sólido se desvanece en el aire". Las tradiciones, los valores, la idea de autoridad fueron pulverizados por un proceso que parecía incontenible. Sin embargo, según Bauman, quienes promovieron esa primera modernidad lo hicieron con la pretensión de crear nuevas instituciones, normas y valores que resultaran más sólidos aún que los anteriores. En nuestros días, por el contrario, toda aspiración a la solidez ha sido abandonada. Nuestra modernidad, sostiene el sociólogo, es la de lo flexible, lo fluctuante, lo líquido. En textos como Modernidad líquida (FCE, 2003), ...tica posmoderna (Siglo XXI, 2004) o En busca de la política (FCE, 2001) pueden encontrarse extensos desarrollos de estos asuntos.
"El poder de licuefacción -afirma Bauman en Modernidad líquida - se ha desplazado del `sistema´ a la `sociedad´, de la `política´ a las `políticas de vida´; ha descendido del `macronivel´ al `micronivel´ de la cohabitación social." De ahí que no solo las instituciones tradicionales se hayan visto debilitadas por el poder de disolución moderno, sino que, hoy, las relaciones familiares, laborales, pedagógicas e, incluso, amorosas hayan sido forzadas a "flexibilizarse".
Por ello, una vez construido el paradigma teórico de "lo líquido", Bauman puede dedicarse a enfocar desde él diversos sectores de la vida cotidiana actual. Como ejemplo de esta labor se pueden mencionar Amor líquido (FCE, 2005); Vida líquida (Paidós, 2006); Miedo líquido (Paidós, 2007); Vidas desperdiciadas (Paidós, 2005). En esos textos los ejemplos tomados de la vida cotidiana o de las notas periodísticas pasan a ocupar el lugar de las citas de especialistas, la argumentación cede terreno a la persuasión y el estilo es más el de un ensayista que el de un sociólogo. El efecto de esta combinación no se hace esperar. Los textos trascienden rápidamente el ámbito académico y expresiones como "sociedad líquida" pasan a formar parte del lenguaje ordinario. Quien recorra una librería se encontrará hoy con más de veinte títulos traducidos al español en los últimos diez años.
En su último trabajo Vida de consumo (FCE, 2007), Bauman vuelve sobre un tema que atravesó varios de sus textos anteriores: el consumo. Y lo hace apoyándose en tres "tipos ideales", al estilo de Max Weber: el consumismo, la sociedad de consumidores y la cultura consumista. Lo que el autor pretende con ellos, no es describir la realidad social sino construir una tipología que ayude a organizar una experiencia en la que de algún modo todos estamos inmersos. Como en los últimos trabajos, su intención es brindar herramientas para que podamos "dar sentido a nuestra imagen de la sociedad en que vivimos". es aquel sin compromisos ni obligaciones, disponible para aceptar tareas extra, responder a situaciones de emergencia o ser reasignado y reubicado en cualquier momento. Originalmente esa expresión se aplicaba a un rulemán sin rozamiento" Un empleado de lastre cero.
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