Post by HBF on Jul 27, 2009 9:34:19 GMT -3
Innovadores
Roger Boulay, otra mirada sobre el mito del buen salvaje
Irreverente y provocador, el trabajo de este sociólogo y etnógrafo francés plantea una vuelta de tuerca al diálogo entre culturas. En estos días, su muestra sobre Tarzán, en París, desnuda los grandes mitos que la cultura popular de Occidente ha creado sobre el resto del mundo
Juana Libedinsky
LA NACION
Domingo 28 de junio de 2009 | Publicado en edición impresa
Si la imagen que se tiene de los curadores de museos franceses dedicados a las culturas no occidentales es de intelectuales obsesionados por lugares que el hombre blanco no ha tocado, que detestan los productos comerciales -en especial norteamericanos- y que se retuercen de espanto ante las visiones de la cultura de masas sobre lo "primitivo", Roger Boulay rompe los moldes.
Para empezar, sus exposiciones son sobre temas presentes en el imaginario popular del ciudadano medio pero que a los especialistas muy políticamente correctos no les gusta resaltar. Por ejemplo, la exposición más famosa de Boulay fue "Un aristócrata y sus caníbales", cuyo título por sí mismo arrastró a masas que de otra manera ni soñarían con pisar museos para ver vasijas de las Nuevas Hébridas (actual Vanuatu) o piraguas decoradas con madreperla de las Islas Salomón. Estas, sin embargo, se volvieron irresistibles al ser presentadas como pertenecientes a los temibles cazadores de cabezas de Oceanía.
Lo más interesante es que Boulay abordó las exposiciones no a partir de un texto o concepto científico, sino a partir del libro de viajes del conde húngaro Festetics von Tolna, quien escribió Chez les Cannibales , un best seller de 1903 en el que contaba sus aventuras tras ocho años de luna de miel con una heredera norteamericana en tierras de antropóf*gos.
Ahora, el célebre sociólogo y etnógrafo francés es el responsable de una exposición con cuyos afiches está empapelada la Ciudad Luz y que se ha vuelto el inesperado éxito de la temporada. Se trata de "Tarzán", una exposición sobre el hombre-mono creado por un estadounidense que nunca pisó Africa y cuya visión del Continente Negro está llena de errores: fue, en realidad, un producto totalmente occidental y comercial, que se tradujo en cómics, series de televisión y producciones hollywoodenses en su mayoría kitsch y que no parecen, en principio, tema de estudio serio desde un punto de vista etnográfico y antropológico. Es decir, un fenómeno cultural ideal para Boulay, uno de los pocos especialistas capaces de "renovar un objeto de estudio de manera tan entretenida como científica", según lo definió Stéphane Martin, director de museo.
"Desde su creación, el Museo del Quai Branly ha incluido el tema de la mirada sobre las sociedades no occidentales, pero la mirada culta, sabia: la mirada de los académicos, de los artistas, de los intelectuales. Yo también abordo la mirada sobre ?el otro´ pero la que viene de la cultura popular, que es mucho más importante porque es la que nos invade y forma diariamente", explica Boulay a LA NACION.
A la exposición de Tarzán, Boulay, de 65 años y doctorado en La Sorbona, la califica de "prima" de aquella sobre los caníbales. No sólo porque la antropof*gia aquí también está presente (después de todo es un caníbal el que mata a la madre del Rey de la Selva, y Tarzán a menudo debe luchar contra ellos), sino además porque, para Boulay, todo es parte de su proyecto de mostrar los grandes mitos que Occidente ha creado sobre el resto del mundo a través de la literatura popular, los cómics y el cine para -bien a la francesa- deconstruirlos.
El tono es muchas veces irreverente. Por ejemplo, en una serie de ensayos que acompaña a la muestra, un especialista en filosofía inglesa clásica, Pascal Taranto, de la Universidad de Nantes, se refiere al famoso grito de Johnny Weissmüller entre las lianas como aquel de un "tirolés castrado", en referencia a que es un montaje sonoro de un yodel austríaco tocado de atrás para adelante y hecho más agudo al acelerarlo. En las biografías al comienzo de la publicación, luego de sus credenciales académicas, Taranto aclara que guarda un recuerdo que aún lo "conmueve" de Tarzán, "por la película en la cual Maureen O´Sullivan, alias Jane, se baña desnuda".
¿Un héroe trasgresor?
Esto, sin embargo, no es sólo para escandalizar. Como parte de la deconstrucción del personaje, hay un gran análisis respecto a si Tarzán, con su "cuerpo de desnudista combinado con su inocencia", es una figura casta o un héroe erótico en los films. También se explica cómo el contexto exótico de la selva permitió que, en los puritanos años 30, a pesar de los nuevos códigos de moralidad de Hollywood, pudiesen tanto él como Jane mantenerse casi tan escasos de ropa como en los locos años 20, algo que no era permitido en películas de contexto más "realista".
Para sus críticos, el acercamiento de Boulay se basa demasiado en el contenido de entretenimiento y en el montaje escénico, y le falta análisis etnográfico más tradicional. Para quienes lo apoyan, entre ellos el director del museo, es todo lo contrario. "Un gran museo no está para dictar cátedra o reforzar certezas al mostrar lo que puede verse en otra parte. Lo que es interesante es el diálogo entre culturas, que incluye interactuar con las ideas preconcebidas de los visitantes", sostuvo.
"Por otra parte -agregó-, aunque su intención sea originariamente benigna, la cultura "pop" a menudo resulta naïve e induce a errores y prejuicios más o menos inconscientes. En una era de globalización, se debe dar al público la oportunidad de reflexionar sobre el bagaje cultural e intelectual que ya posee y para que pueda examinarlo de manera más crítica".
Boulay siente que esto es hoy de particular relevancia. Las preguntas que nos traen estas exposiciones, aclara, son universales, y hacen a la realidad sociopolítica actual: qué es realmente lo salvaje y qué es lo civilizado, la atracción y repulsión entre la metrópolis y las ex colonias, y el Norte y el Sur. Temas a los que seguimos buscando respuestas tantos años después, por ejemplo, en la relación con los inmigrantes, aunque para Boulay el tema clave es en relación con la naturaleza.
"En el caso de Tarzán tenemos una reflexión, 80 años atrás, de los temas que nos desvelan hoy, como la oposición entre naturaleza y progreso -dice-. Se trata de un personaje premonitorio de la ecología, el primer héroe blanco que se opone a la explotación de Africa, que reniega de la sociedad de consumo".
¿Cómo encontrar el punto de equilibrio entre muestras que conjugan el gusto popular y el entretenimiento con la reflexión sobre el ser humano?
Boulay sostiene que la clave no está en atacar y destruir todos los productos de cultura popular examinando en detalle sus errores desde un punto de vista histórico o científico, sino en poder mostrar de qué manera forman parte de una historia de la cultura, de sus mitos y de sus avances, y de la evolución de la ciencia. En el caso de Tarzán, puede establecerse un linaje que lo vincula con el buen salvaje de Rousseau o incluso con Rómulo y Remo, que fueron criados por una loba. Además, en la versión de la novela, el niño mono o salvaje se convertirá en hombre, en barón Greystoke, y miembro de una sociedad europea altamente civilizada, para luego entrar en regresión y volver a la selva y a los grandes simios, su identidad profunda. Así, Tarzán, en su compleja versión original, en parte recuperada por el film Greystoke, con Christophe Lambert, puede analizarse, con los nuevos elementos que propone el enfoque de Boulay, como una suerte de Darwin invertido, aunque al final logra unir elementos de ambos mundos.
"Tarzán nació en 1912 como una novela y tuvo una existencia cinematográfica casi inmediata. La primera película muda sobre Tarzán salió en 1918 y fue en esta forma muy empobrecida respecto del original que lo conoció la vieja Europa, donde las traducciones recién empezaron a aparecer años más tarde, como en 1926, en Francia. Esta diferencia de años contribuyó a la creación del mito popular. Pero el cine convirtió a Tarzán en una caricatura en comparación con lo sofisticado de las novelas de E. R. Burroughs. Por ejemplo, el cine clásico lo muestra casi analfabeto y en la novela habla una docena de idiomas, incluido el lenguaje de los monos y el latín", subraya Boulay.
A Boulay le gusta la reflexión de Umberto Eco respecto de que el Tarzán de Johnny Weissmuller era un "mandaparte de piscinas". Y se dio un gusto al rescatar el "yo Tarzán, tu Jane", que de hecho nunca existió en los libros, donde se expresaba de manera exquisita.
© LA NACION
Quién es
Nombre y apellido:
Roger Boulay
Edad:
65 años
Especialista en Oceanía:
Nació en Sarthe, en 1943, cursó sociología en la Universidad de Aix en Provence y luego se doctoró en etnografía en La Sorbona. Es considerado como uno de los principales especialistas en Oceanía de toda Europa.
Caníbales y otros salvajes:
Fue curador de algunas de las muestras más importantes en su área, como Rao-Polynésie, en 1993, Arts du Vanuatu, en 1996, y Cannibales et Vahinés, en 2002. En 2008 curó "El aristócrata y sus caníbales", en el Quai Branly.
Roger Boulay, otra mirada sobre el mito del buen salvaje
Irreverente y provocador, el trabajo de este sociólogo y etnógrafo francés plantea una vuelta de tuerca al diálogo entre culturas. En estos días, su muestra sobre Tarzán, en París, desnuda los grandes mitos que la cultura popular de Occidente ha creado sobre el resto del mundo
Juana Libedinsky
LA NACION
Domingo 28 de junio de 2009 | Publicado en edición impresa
Si la imagen que se tiene de los curadores de museos franceses dedicados a las culturas no occidentales es de intelectuales obsesionados por lugares que el hombre blanco no ha tocado, que detestan los productos comerciales -en especial norteamericanos- y que se retuercen de espanto ante las visiones de la cultura de masas sobre lo "primitivo", Roger Boulay rompe los moldes.
Para empezar, sus exposiciones son sobre temas presentes en el imaginario popular del ciudadano medio pero que a los especialistas muy políticamente correctos no les gusta resaltar. Por ejemplo, la exposición más famosa de Boulay fue "Un aristócrata y sus caníbales", cuyo título por sí mismo arrastró a masas que de otra manera ni soñarían con pisar museos para ver vasijas de las Nuevas Hébridas (actual Vanuatu) o piraguas decoradas con madreperla de las Islas Salomón. Estas, sin embargo, se volvieron irresistibles al ser presentadas como pertenecientes a los temibles cazadores de cabezas de Oceanía.
Lo más interesante es que Boulay abordó las exposiciones no a partir de un texto o concepto científico, sino a partir del libro de viajes del conde húngaro Festetics von Tolna, quien escribió Chez les Cannibales , un best seller de 1903 en el que contaba sus aventuras tras ocho años de luna de miel con una heredera norteamericana en tierras de antropóf*gos.
Ahora, el célebre sociólogo y etnógrafo francés es el responsable de una exposición con cuyos afiches está empapelada la Ciudad Luz y que se ha vuelto el inesperado éxito de la temporada. Se trata de "Tarzán", una exposición sobre el hombre-mono creado por un estadounidense que nunca pisó Africa y cuya visión del Continente Negro está llena de errores: fue, en realidad, un producto totalmente occidental y comercial, que se tradujo en cómics, series de televisión y producciones hollywoodenses en su mayoría kitsch y que no parecen, en principio, tema de estudio serio desde un punto de vista etnográfico y antropológico. Es decir, un fenómeno cultural ideal para Boulay, uno de los pocos especialistas capaces de "renovar un objeto de estudio de manera tan entretenida como científica", según lo definió Stéphane Martin, director de museo.
"Desde su creación, el Museo del Quai Branly ha incluido el tema de la mirada sobre las sociedades no occidentales, pero la mirada culta, sabia: la mirada de los académicos, de los artistas, de los intelectuales. Yo también abordo la mirada sobre ?el otro´ pero la que viene de la cultura popular, que es mucho más importante porque es la que nos invade y forma diariamente", explica Boulay a LA NACION.
A la exposición de Tarzán, Boulay, de 65 años y doctorado en La Sorbona, la califica de "prima" de aquella sobre los caníbales. No sólo porque la antropof*gia aquí también está presente (después de todo es un caníbal el que mata a la madre del Rey de la Selva, y Tarzán a menudo debe luchar contra ellos), sino además porque, para Boulay, todo es parte de su proyecto de mostrar los grandes mitos que Occidente ha creado sobre el resto del mundo a través de la literatura popular, los cómics y el cine para -bien a la francesa- deconstruirlos.
El tono es muchas veces irreverente. Por ejemplo, en una serie de ensayos que acompaña a la muestra, un especialista en filosofía inglesa clásica, Pascal Taranto, de la Universidad de Nantes, se refiere al famoso grito de Johnny Weissmüller entre las lianas como aquel de un "tirolés castrado", en referencia a que es un montaje sonoro de un yodel austríaco tocado de atrás para adelante y hecho más agudo al acelerarlo. En las biografías al comienzo de la publicación, luego de sus credenciales académicas, Taranto aclara que guarda un recuerdo que aún lo "conmueve" de Tarzán, "por la película en la cual Maureen O´Sullivan, alias Jane, se baña desnuda".
¿Un héroe trasgresor?
Esto, sin embargo, no es sólo para escandalizar. Como parte de la deconstrucción del personaje, hay un gran análisis respecto a si Tarzán, con su "cuerpo de desnudista combinado con su inocencia", es una figura casta o un héroe erótico en los films. También se explica cómo el contexto exótico de la selva permitió que, en los puritanos años 30, a pesar de los nuevos códigos de moralidad de Hollywood, pudiesen tanto él como Jane mantenerse casi tan escasos de ropa como en los locos años 20, algo que no era permitido en películas de contexto más "realista".
Para sus críticos, el acercamiento de Boulay se basa demasiado en el contenido de entretenimiento y en el montaje escénico, y le falta análisis etnográfico más tradicional. Para quienes lo apoyan, entre ellos el director del museo, es todo lo contrario. "Un gran museo no está para dictar cátedra o reforzar certezas al mostrar lo que puede verse en otra parte. Lo que es interesante es el diálogo entre culturas, que incluye interactuar con las ideas preconcebidas de los visitantes", sostuvo.
"Por otra parte -agregó-, aunque su intención sea originariamente benigna, la cultura "pop" a menudo resulta naïve e induce a errores y prejuicios más o menos inconscientes. En una era de globalización, se debe dar al público la oportunidad de reflexionar sobre el bagaje cultural e intelectual que ya posee y para que pueda examinarlo de manera más crítica".
Boulay siente que esto es hoy de particular relevancia. Las preguntas que nos traen estas exposiciones, aclara, son universales, y hacen a la realidad sociopolítica actual: qué es realmente lo salvaje y qué es lo civilizado, la atracción y repulsión entre la metrópolis y las ex colonias, y el Norte y el Sur. Temas a los que seguimos buscando respuestas tantos años después, por ejemplo, en la relación con los inmigrantes, aunque para Boulay el tema clave es en relación con la naturaleza.
"En el caso de Tarzán tenemos una reflexión, 80 años atrás, de los temas que nos desvelan hoy, como la oposición entre naturaleza y progreso -dice-. Se trata de un personaje premonitorio de la ecología, el primer héroe blanco que se opone a la explotación de Africa, que reniega de la sociedad de consumo".
¿Cómo encontrar el punto de equilibrio entre muestras que conjugan el gusto popular y el entretenimiento con la reflexión sobre el ser humano?
Boulay sostiene que la clave no está en atacar y destruir todos los productos de cultura popular examinando en detalle sus errores desde un punto de vista histórico o científico, sino en poder mostrar de qué manera forman parte de una historia de la cultura, de sus mitos y de sus avances, y de la evolución de la ciencia. En el caso de Tarzán, puede establecerse un linaje que lo vincula con el buen salvaje de Rousseau o incluso con Rómulo y Remo, que fueron criados por una loba. Además, en la versión de la novela, el niño mono o salvaje se convertirá en hombre, en barón Greystoke, y miembro de una sociedad europea altamente civilizada, para luego entrar en regresión y volver a la selva y a los grandes simios, su identidad profunda. Así, Tarzán, en su compleja versión original, en parte recuperada por el film Greystoke, con Christophe Lambert, puede analizarse, con los nuevos elementos que propone el enfoque de Boulay, como una suerte de Darwin invertido, aunque al final logra unir elementos de ambos mundos.
"Tarzán nació en 1912 como una novela y tuvo una existencia cinematográfica casi inmediata. La primera película muda sobre Tarzán salió en 1918 y fue en esta forma muy empobrecida respecto del original que lo conoció la vieja Europa, donde las traducciones recién empezaron a aparecer años más tarde, como en 1926, en Francia. Esta diferencia de años contribuyó a la creación del mito popular. Pero el cine convirtió a Tarzán en una caricatura en comparación con lo sofisticado de las novelas de E. R. Burroughs. Por ejemplo, el cine clásico lo muestra casi analfabeto y en la novela habla una docena de idiomas, incluido el lenguaje de los monos y el latín", subraya Boulay.
A Boulay le gusta la reflexión de Umberto Eco respecto de que el Tarzán de Johnny Weissmuller era un "mandaparte de piscinas". Y se dio un gusto al rescatar el "yo Tarzán, tu Jane", que de hecho nunca existió en los libros, donde se expresaba de manera exquisita.
© LA NACION
Quién es
Nombre y apellido:
Roger Boulay
Edad:
65 años
Especialista en Oceanía:
Nació en Sarthe, en 1943, cursó sociología en la Universidad de Aix en Provence y luego se doctoró en etnografía en La Sorbona. Es considerado como uno de los principales especialistas en Oceanía de toda Europa.
Caníbales y otros salvajes:
Fue curador de algunas de las muestras más importantes en su área, como Rao-Polynésie, en 1993, Arts du Vanuatu, en 1996, y Cannibales et Vahinés, en 2002. En 2008 curó "El aristócrata y sus caníbales", en el Quai Branly.